Seguimos adelante con nuestra labor de refutar mitos alimentarios y hoy trataremos uno de los más desconcertantes: la creencia de que si se toma agua durante las comida ésta nos hará engordar.
El agua es acalórica, es decir, no aporta calorías a la dieta. Al no poseer macronutrientes (hidratos de carbono, grasas o proteínas) no puede, en ningún caso, proporcionar energía.
Huelga decir que la propiedad acalórica del agua se cumple en todas las ocasiones, lo que quiere decir que seguirá sin aportar energía si la tomamos con las comidas o fuera de ella, por la mañana o por la tarde, del derecho o del revés. Es absolutamente imposible que el agua engorde, sea cual sea el momento del día en que la tomamos.
El hecho de beber agua es totalmente indispensable para el buen funcionamiento de nuestro organismo pues realiza funciones vitales. Las recomendaciones actuales se encuentran en ingerir entre 1’5 y 2 litros de agua diaria. Si por esta absurda creencia menguamos nuestro aporte hídrico podrían aparecer síntomas perjudiciales derivados de una insuficiente hidratación.
Tan equivocado está este mito que el agua incluso puede ser una herramienta para la reducción del exceso de peso. A algunas personas, especialmente de las que sufren mucha hambre o ansiedad por la comida, les puede ser favorable beber un vaso de agua justo antes de empezar la comida, pues llenará el estomago y dará una sensación de saciedad.
No por eso hay que caer en la creencia contraria: considerar que beber agua adelgaza. Este también es un mito alimentario que en ocasiones se puede oír, pero en ningún caso el agua tiene la propiedad quema calorías o quema grasas que algunos se afanan por atribuirle. Ya hemos comentado la importancia capital de beber agua en abundancia, pero entre sus acciones no se encuentra la de adelgazar. Y ya que estamos aprovecharé a decir que ningún alimento o bebida puede adelgazar, pues es una cuestión física y energéticamente imposible.
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